jueves, 28 de mayo de 2015

Sumo San: gastronomía japonesa y reggaeton del bueno en Madrid

Mi mejor amiga esta mañana
Así es amigos, ayer por la noche, la confluencia de culturas, sentimientos e impulsos suicidas fue como una pedazo de bomba que por poco termina con mi estómago y mis oídos. Soy una persona que dosifica las visitas a restaurantes japoneses. No por nada, es que abusar de esos sabores termina por cansar y hacer que aborrezcas tan extraña comida. El problema viene cuando dosificas las visitas pero cada vez que vas te hinchas a comer, como si no hubiera un mañana. Eso me pasó ayer y eso estoy pagando hoy. He aquí la prueba.

Madrid. 22:30 de un miércoles. Tres compañeras de piso se disponen a atacar un bufete libre japonés que la CM del piso ha encontrado por Internet. Uno de cientos, pero este cerca de casa y con un encanto tan especial como espeluznante. El Sumo San se encontraba ante nosotras. Sus puertas abiertas y su cartel en la entrada con el suculento mensaje de "bufete japonés de calidad" hicieron rugir a nuestros estómagos tan fuerte que hasta León de la Riva, acurrucadito en su rincón, se asustó desde Valladolid.

Un camarero (muy poco japonés)  nos sentó en una mesa muy maja. Ojo, para todos los que ven un sofá en un restaurante y corren a sentarse: aquí también los hay, echadlo a suertes. Eso sí, son de esos de plasticurri, así que se os pegará el pantalón al culete. Por lo demás, la decoración sencillita y agradable, las vajilla muy monas y los palillos chinos muy poco útiles, lo de siempre. Si sois muy frikis, enhorabuena. Si no lo sois, pedid un tenedor.

La carta básica
Veamos. El bufete básico cuesta 15,50 € y es obligatorio que cada persona consuma una bebida que, obviamente, no está incluida en el precio. Que son muy listos. La carta del bufete básico es esta. Está bastante bien, tiene todo lo típico japonés, sushi y todas sus variantes, ramen, sopas, yakitori, tempura.. Y un puntazo que tiene el lugar es que tú pides y te lo cocinan al momento.

A nosotras, cono no podía ser de otra manera, se nos fue de las manos. Desde makis, california roll o temakis, pasando por la tempura de verduras, ramen con carne (sopa con fideos largos), yakitori de todo tipo (son como brochetas de cosas), tepenyaki (cosas a la plancha con una salsa muy rica)... Y como todo el mundo puede imaginarse, no pudimos con todo. Una cosa que me gustó especialmente y que pedí gracias a mi parte friki, fue el oyakodon. Es un plato que aparece en algún libro de Haruki Murakami, escritor al que amo. El plato en cuestión es un bol de arroz cocinado con cebolla, pollo y más cosas y salsas y de todo un poco... Todo eso coronado con un pedazo de huevo frito. Estaba muy rico, pero cada vez que me acuerdo me muero un poco de empacho.

Moriawase ramen o sopa de verduras con espaguetis
El único punto negativo del lugar, que lo hay, es esa música de fondo que nada tiene que ver con lo japonés. Un reggaeton (¡pero qué difícil es escribirlo!) horripilante entraba por nuestros oídos mientras empapábamos el shushi en la salsa de soja. Estoy súper a favor de la diversidad cultural, pero hay límites que no deben traspasarse, y menos si hablamos de esa música demoníaca. Señores dueños del Sumo San, si están leyendo esto, ¡hagan el favor de borrar ese playlist procedente del lugar del castigo eterno!

Por resumir: 

- Precio: 15,50 € (obligatorio consumir una bebida) Bien
- Lugar: bonico (Modesto Lafuente, 88 - Metro: Nuevos Ministerios)
- Comida: bastante rica
- Servicio: el chico no era japonés pero era muy majo
- Música: muerte y destrucción. Lesión de oído
- Satisfacción general: mucha. Hasta el vómito. 
- Recomencación: no comer en una semana y tomar omeprazol

Quiero que compartáis conmigo el dolor que sentí ayer, así que aquí os dejo un hitazo.




miércoles, 20 de mayo de 2015

El Toni 2 o esa noche en la que un piano bar y yo nos encontramos en Madrid

Queridos amigos, todos. Quiero empezar mi retorno a la blogosfera hablando de uno de los bares que más me ha llamado la atención estos últimos meses. Los que conocen la noche madrileña de fin de semana habrán oído hablar de este bar: el Toni 2. Pero yo, por salirme de la línea -como siempre-, os quiero hablar de este maravilloso lugar y de su ambiente -f l i p a s- los días de diario, que parece una tontada pero NO, sólo mola cuando al día siguiente hay que trabajar. Antes de empezar os diré el punto fuerte: se puede cantar micrófono en mano. FIN.

Empezaré por el principio de los tiempos.

Allá en 2010, año en el que deposité mi maleta de mimbre y mi boina pueblerina en tierra madrileña por primera vez, mi primo de Murcia vino a la capital por motivos de trabajo. Insensata de mí, quedé con él a la salida del máster y tras una cañita en un bar de Chueca me llevó al bar que hoy es protagonista. He de decir que no es un bar cualquiera: no es moderno pero tampoco es un antro. Es un lugar que parece que se ha quedado anclado en los años 70 -o antes- y es entrar y trasladarte a otra dimensión. En ese momento, según bajé las escaleras y vi a los camareros vestidos cual botones, todos los terciopelos de los sofás y las lámparas que ahora llamaríais vintage, me enamoré a tope de power del lugar.

Con mi tercio de la mano al que me invitaron -y menos mal- fuimos al fondo del bar y, OH, sorpresa, descubrimos un piano con una cola de unos 4 metros que la clientela utilizaba de barra. Imaginaos como se notaba la revolución de sentimientos en mis ojos de provincia y mi alma de viejuna. Allí nos dirigimos, escuchando el sonido embriagador que emitía uno de los tres pianistas que trabajan allí. No recuerdo qué canción era, pero bien podía ser "Y sin embargo te quiero", de la gran Juanita Reina. Todo iba bien hasta que una señora emperifollada hasta arriba, con sus mil capas de maquillajes y alhajas varias se hizo con un micrófono y empezaron a sonar las primeras notas de "Ojos verdes", de la diosa Conchita Piquer -nota mental: descubrir por qué las cantantes de copla de antaño tenían que añadir el ita a sus nombres-.


Escuchar a esa mujer fue de lo más curioso. Su voz grave pero femenina, esos gestos de estrella, de diva... Ma ra vi llo so. Cuando terminó pudimos hablar con ella porque es todo como muy familiar. Pues la tía muy maja y muy loquer. Luego nos contaron que es la mujer transexual que es taxista, canta a sus clientes y que salía en Callejeros -aquí el programa completo-. Por llamativa que fuera esta mujer, el resto no se quedaban atrás: señores mayores con jovencitas mulatas, señores mayores con jovencitos, señores y señoras mayores en general, gente de mediana edad que parecía normal... Y yo, claro. Ah, y mi primo de Murcia y sus colegas de trabajo.

Calle Almirante, 9 Madrid
En 2010 no me lancé a cantar pero 5 años después he vuelto. Estábamos destinados a encontrarnos de nuevo y esta vez para iniciar una relación muy bonita. Desde que volví a descubrir el Toni 2 hace unos meses, he repetido en varias ocasiones y como decía al principio, sólo los días de diario. La explicación: el fin de semana se pone hasta arriba de people y no puede uno estar a gusto. Los días de diario están los de siempre y con los que hablamos de vez en cuando mis coleguis y yo: esas tres hermanas que se toman sus copichuelas, el señor que va los lunes, los miércoles y los viernes y luego gente que va un poco así -no se sabe de qué- y todos aquellos que van a pasar un buen rato.

Os dije que la primera vez me invitaron. Obviamente, no siempre iba a ser así. Os cuento. Los días de diario la entrada es gratuita -findes 10€- pero si pides algo en la barra, el precio se sube bastante. Por ejemplo, un tercio de cerveza te cuesta 7 euritos, aunque te ponen unos cacaueses para acompañar. De las copas ya me olvido, mejor lo preguntáis cuando vayáis,

Sobre lo de cantar, of course, yo he cogido ese micrófono babeado por todas las generaciones vivientes para cantar a Cecilia y su "Ramito de violetas", a Jeanette con "Soy Rebelde" -esa me queda fetén, doy tanta pena como ella- y como no podía ser de otra manera, me he echado algunas de los Beatles y también de Massiel. Y ese es sólo parte de mi repertorio, así que os invito a escuchar el resto en este lugar tan genial.

Me despido, pues, con la canción que clavo poniendo el falsete en modo extremo. Casi como Jeanette, pero mejor.




martes, 19 de mayo de 2015

Día R de Retorno

¡No tengo ni pizca de vergüenza! Cada vez pasa más tiempo entre abandono y abandono de este maravilloso blog. En este caso tengo pocas excusas que daros, queridos lectores. Me he puesto ante el ordenador varias veces para contaros mis peripecias en la capital y he terminado en Facebook cotilleando los perfiles de mis contactos. ¡Así soy!

Amigos, ha sido una larga ausencia, pero podéis decir adiós a vuestro sufrimiento. A partir de ahora y durante el tiempo que me dure la iniciativa relataré todas las grandes aventuras y momentos que Madrid ha decidido regalarme o con los que castigarme, que hay de todo un poco.

Desde conciertos de Raphael, hasta los de M-Clan. Desde bares sórdidos donde un piano de cola es la barra en la que apoyas tu copa, hasta ese gran (mi) Karaoke al que accedes bajando a un parking. Ojo, que he ido a ver un partido de fútbol y a los bares más de moda del momento. También a esos eventos tan cool donde puedes comprar comida a restaurantes instalados en caravanas o el bingo en el que trabaja gente casposa del corazón.  Chicos, está feo que yo diga esto, pero las próximas entradas prometen y no voy a defraudaros. Todo por mi multitudinario público.

Y sólo por aclararlo: después de 5 años en la capital de España, sigo sin haber probado el bocata de calamares y, por supuesto, sin bailar un chotis. ¡Todo se andará!