Acabo de decir que no tengo tiempo para nada. Miento. Tengo tiempo para trabajar y para visitar nuevos lugares en Madrid, of course. ¡Y no sabéis lo que he descubierto! Mis hallazgos van mejorando por momentos. Me remonto al origen de la historia con flashback incluido.
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Uno de los pajaritos |
Las sorpresas llegaron nada más abrir la puerta del lugar. El pío pío de los pájaros sonaba por todas partes y vimos que había una jaula con un montón de periquitos. Bueno, parecía una jaula porque cuando vimos a un pájaro dirigiéndose a la otra punta de la barra aluciplipamos un poco. Tenían a un montón de pájaros sueltos por la parte de arriba del bar. ¡Viva!
Nos atendieron rápidamente y empezamos a bajar escaleras y escaleras. Era como estar por dentro de un árbol. Según ibas bajando, ibas encontrando salitas con algunas mesas y sillas. Todo muy cuco.
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Un laguito que había al lado de los baños. |
Mientras esperábamos, nos trajeron chocolate, patatas, aceitunas, mortadela y kikos... Vamos, para picar algo y que sobre en el plato. Y, ATENCION SEÑORES, lo que llegó me dejó de plástico. Nos trajeron una pedazo de copa con forma de volcán -claro- al que le echaron una pastillita en la parte de arriba y de la que empezó a salir humo. ¡Un auténtico volcán! Y aquí llega mi flashback. Los que véis la serie Cuéntame, puede que recordéis el momento en el que Merche y Antonio se van a un bar super chuli en el que piden un "Parlamento" que era exactamente lo mismo que nuestro Volcán. Mis padres me explicaron que estaba muy de moda tomarlo en la época. Así que imaginadme a mí con eso, sólo me faltaba Fórmula V o Los Ángeles sonando de fondo para vivir la situación en plan vieujuno.

El caso es que, como os he dicho, el bar era hawaiano, así que de fondo sonaba otro tipo de música que también era molona. Pues ahí estábamos, con cuatro pajitas hiperlargas saliendo del volcán y bebiendo algo que debía ser una mezcla de zumos con ron. Muy rico.
Bueno, y momentazo cuando el camarero llegó y nos regaló -a las chicas- un collar de estos de flores -bueno, más bien de los que entran en las bolsas de cotillón-, un clavel y una sombrillita. Graciosísimo.
En definitiva, si queréis flipar como guiris en Madrid, venirse a este bar -precios de unos 8 euros por cocktail aprox- y disfrutad de la experiencia. ¡Yo ya he repetido!
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La prueba de que disfruté como una auténtica guiri. |